En un estudio anterior, los científicos confirmaron que la capacidad de autodesplazamiento de los nanorobots les permite llegar a todas las paredes de la vejiga. Esta característica supone una ventaja sobre el procedimiento actual, en el que tras inyectar el fármaco directamente en la vejiga, el paciente debe cambiar de posición cada media hora para asegurarse de que el medicamento llega a todas las paredes.
En el nuevo trabajo, los investigadores comprobaron que los nanorobots no sólo alcanzaban el tumor, sino que penetraban en él, potenciando los efectos del radiofármaco. Al mismo tiempo, carecían de anticuerpos específicos para reconocer las células cancerosas. Resultó que los nanorobots podían destruir la matriz extracelular (estructuras que rodean a las células) de los tumores, aumentando localmente la alcalinidad, lo que contribuía a su acumulación en los tejidos patológicos.